A mi lo peor fué que cuando estaba jugando al MK 3, acompañado de un amigo que era diminuto jaja, llegó un rejillero (chico que lava autos en la plaza) y me dijo que si no le dejaba jugar un round "me hacía cagar"... el susodicho ya era conocido por hacer eso, así que me negué. Y bueno, cuando salí, me siguió y nos terminamos agarrando a las piñas en la esquina, creo que salimos parejos, tuvo que separarnos el revistero de la esquina y tambien se cruzó gente que estaba en la heladería del frente. Eso sí, no pude volver al centro por un buen tiempo o me mataban jaja. Pero al menos me le animé. Es cierto eso de que muchos dicen que uno entraba a un salón de arcades siendo un niño y salías hecho un hombre jaja. Por lo demás, son todos buenos recuerdos.

Con respecto a si me gustaba que otro ponga la ficha o no, a mi no me jodía, salvo que como decían, uno esté avanzado en el juego y te lo caguen. A mí si que me pedían permiso, la gran mayoría de veces para meter la ficha. Otras veces no, y bueno, había que aguantárselas. Yo por cortesía siempre preguntaba...
Otra fea anécdota que recuerdo es que un día, a la edad de 8 años aproximademente, me voy con dos amigos del barrio a un salón de arcades que quedaba relativamente cerca de mi casa, en otro barrio. Yo no conocía porque tenía miedo de ir sólo, así que acompañado de ellos fuí a conocer. La cuestión es que cuando llegamos uno le dice a mi amigo que se corra que no lo dejaba ver las peleas del SF2, a lo cual mi amigo le dió lugar, no contento con eso, a la salida lo patearon como 10 negros de más de 18 años a él solo (mi amigo tenía unos 15 años, yo era un nene de mamá de 8 años, y mi otro amigo tenía 10, así que mucho no íbamos a hacer mas que hacernos patear la cabeza si nos metíamos). Menos mal que salió una señora que vaya a saber quien era y lo salvó de la paliza que le dieron a mi amigo haciéndolo entrar a su casa.
Y es que en esas épocas ir a un salón de arcades desconocido o de otro barrio era aventurarse a esas cosas, si no te hacían cagar al menos te tiraban la bronca

Muy mal, pero bueno, en cierto modo aprendí a lidiar con esa gente en los arcades. Repito, uno entraba siendo un niño y salías hecho un hombre jeje.